LOS SUELDAZOS DE LA GARCILASO
Escándalos como este son posibles, por el contrario de
lo que se dice, gracias a la intervención estatal.
En los últimos nueve años el sueldo acumulado del rector de laUniversidad Garcilaso fue de S/.83 millones. Y, al
parecer, no es el único suertudo de esa institución. En cuatro años, su secretario general recibió S/.20 millones. Asimismo, el
secretario académico de la Facultad de Estomatología (e hijo del rector) ganó,
entre el 2009 y 2013, más de S/.2,7 millones. Y la jefa de la Defensoría del
Estudiante (e hija del rector) ganó más de S/.4 millones.
Vamos, no hay que ser muy perspicaz para darse cuenta
de que algo huele mal acá. Tanto así que este caso se prestó a la perfección
para que varios congresistas lo utilicen como ejemplo de que en las
universidades privadas cualquier cosa puede pasar. Y, en consecuencia, para
argumentar que necesitan de más supervisión estatal. Supervisión que posibilitaría,
de aprobarse, el proyecto de ley universitaria que el Congreso debatirá
próximamente.
Ahora, lo curioso es que escándalos como este son
posibles, por el contrario de lo que se dice, gracias a la intervención
estatal. Déjenme explicarles. Antes de que Velasco saboteara
todos los sectores de nuestra pobre economía, las universidades privadas eran
controladas por sus fundadores. En ese tiempo, un caso como el de la Garcilaso
difícilmente hubiese ocurrido, pues los fundadores estaban vigilantes (a fin de
cuentas, habían puesto en juego su patrimonio) y hubiesen puesto al rector y a
su gente de patitas en la calle.
Pero Velasco, que no creía mucho en eso de la libertad
individual, expropió a los fundadores de sus universidades y decidió que estas
debían estar dirigidas por quien le parecía a su muy revolucionario pero poco
iluminado gobierno militar. Así, creó las asambleas universitarias, cuerpos
integrados por profesores y alumnos que tomarían las decisiones de la
institución de manera colectiva.
Velasco tuvo la genial idea de hacer con las
universidades algo similar a lo que hizo con las haciendas agrícolas. Las
convirtió en cooperativas, donde todos los integrantes de la organización son
responsables de todo y, por tanto, nadie es realmente responsable de
nada.
Esta reforma facilitó que quienes estuviesen a la
cabeza de las universidades tuviesen gran capacidad de hacer lo que les viniese
en gana con ellas. Además, ya a nadie le interesaba invertir capital en las
mismas. Fue un tiro de gracia para la educación universitaria. Si se preguntan
por qué nuestras universidades no se encuentran entre las mejores del mundo,
esta es parte de la respuesta.
El escándalo de la Garcilaso solo es el caso más
llamativo de la ineficiencia que permitió este sistema creado por la
intervención estatal. Gracias a ella, hoy el buen manejo de los recursos en las
universidades sin fines de lucro depende básicamente de la buena suerte: que
las autoridades que lleguen a dirigirlas resulten ser honorables y competentes.
Lo más lamentable, sin embargo, es que el proyecto
de ley universitaria que hoy se discute quiere profundizar en
los errores que se cometieron en el velascato. De aprobarse, el control del
manejo universitario pasaría en mayor medida a manos de burócratas estatales,
que tienen aún menos interés e información sobre la institución educativa que
los miembros de las asambleas universitarias. Y, de esta forma, se difuminaría
aún más la responsabilidad sobre las decisiones que se tomen dentro de la
institución.
El proyecto de ley universitaria parte de un error
insalvable: que las universidades funcionarán mejor si sus decisiones
importantes las toma un burócrata indeterminado, que no asumirá las
consecuencias de las decisiones que tome. Una suerte de pensamiento velasquista
‘reloaded’.
Enrique Pasquel
Editor adjunto de Opinión
1 comentario:
No hay duda de que Cervantes, ya es un ícono de corrupción en el Perú.
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